Reseña de "Cuento de Invierno" - W. Shakespeare

En conmemoración al día internacional del libro di comienzo a una sección dedicada a los libros, obras, textos, muy famosos pero que en la actualidad no son tan conocidos y que particularmente me gustan mucho. Para empezar, un exponente máximo de la literatura: Shakespeare, y su gran obra poco popular, casi ignota “Cuento de Invierno”. El siempre polémico crítico literario Harold Bloom la describe como uno de esos poemas ilimitados de Shakespeare, donde nunca se puede llegar a una lectura cerrada, acabada y del todo verdadera. También se refiere a ella como novela psicológica, lo que sería un precedente para las novelas románticas y las del siglo XX. Se llama cuento aunque no lo es y el título hace referencia a una parte crucial de la obra: Leontes el Rey está convencido de que Hermione, su esposa, le es infiel y enfermo de celos dictamina que la encierren. Su hijo, Mamilio sufría de fiebre y para entretenerlo las damas de compañía y Hermione se prestaron como público para que el niño les cuente un cuento antes de dormirse. Mamilio llegó a pronunciar “Había una vez un hombre que vivía junto a un cementerio…”, cuando los soldados entraron y se llevaron a Hermione. Dos días después su hijo muere enfermo sin poder contar el cuento. Ese espacio vacío en la narración es generadora de delirios para cualquier lector que sospecha que Shakespeare sí tenía un cuento que comenzaba así en su mente. Uno de los más delirantes fue M.R. James que en 1924 escribe un cuento titulado “Había una vez un hombre que vivía junto a un cementerio”, contando aquella historia que el pequeño Mamilio no pudo. Unos años después, en 1969 A. Pizarnik escribe “Los muertos y la lluvia”, donde lo primero que leemos es un epígrafe que dice exactamente esa frase. Luego la oración vuelve a aparecer en el texto de Pizarnik con intenciones desacralizadoras.

Los vacíos, los no dichos en la literatura del gran bardo ingles no son fáciles de llenar y la obra habla por sí sola y más dice justo ahí, donde parece no decir nada. Ese era uno de los grandes talentos de William, decir sin decir para siempre. Sin duda mi obra favorita de W. S. por cómo trabaja la naturaleza enfermiza de los celos, posteriormente retomadas por Freud para explicar esta emoción patológica. Sin dudas, por las toneladas de mística que generó y seguirá generando es altamente recomendable.