Por @SofiaRojas

Hace días que quiero decir algo pero no logro ordenar la catarata de cosas que tengo en la cabeza. Lo primero que me gustaría sostener es que la irracionalidad me impide pensar en la sombras del Diego, que fueron muchísimas pero ahora, que ya no está, se me esfuman un poco. Entiendo eso como una falencia por eso me parece necesario empezar por ahí. Quisiera explicar un poco el por qué de tal irracionalidad y es que el Diego me representa los domingos en lo de mi abuela viendo a Boca, la radio vieja de mi tío sonando en su taller, el 10 redondo en la camiseta que mi vieja le había hecho a algún amigo de la familia, la obsesión de mi papá en repetir, con brillo en los ojos, la anécdota del día que lo cruzó en la Boca, la vez que con Tantu le gritamos en los pasillos de la platea y se dio vuelta a regalarnos una sonrisa y el cariño que le profesa mi hermana y mis primos aunque no lo hayan visto más que por YouTube. A nosotros el Diego nos une. Para mí, el Diego es mi familia entera. Pero también es el grito contra Bush, el sindicato de quienes no piensan en lo colectivo ni siquiera adentro de una cancha, es una cumbia en la Boca, un estómago ruidoso de Villa Fiorito y también un paredón pintado en Nápoles. Es la revancha de Malvinas y un garzo espeso en la cara de Videla. Es el grano en el orto de los Grondona y un partido en solidaridad en un potrero cualuncue de Italia. Son sus lagrimas denunciado la pobreza. También el pibe y la piba, abrazados, moqueando en la rosada o el nene que consuela a su viejo un jueves horrendo en el que nos quitaron la posibilidad de decirle adiós al tipo que santificaron, condenándolo a ser celestial cuando solo quería ser un simple mortal que pudiese disfrutar de jugar un mundial y salir campeón. Desde el miércoles que lloro todos los días un poco y quizás el dolor perdure lo que haga falta. Y me duele pero no dejo de criticar su machismo y su apoyo a gobiernos con los que no comulgo porque también era eso y es necesario señalarlo. Pero lo lloro porque perdí a mi contradicción más grande; lo lloro todo lo que necesite y el pueblo también lo llora porque hubieron momentos durísimos donde los sectores más empobrecidos sólo fueron felices gracias a su presencia. Porque es, fue y será la esperanza de muchos que al igual que él nacieron sin nada. Lo lloro y lo voy a llorar siempre. Y lo señalo, aunque me cueste, y me quejo de todo lo malo que el Diego tenía que, insisto, era bastante. Pero también creo que de los suyos fue el más disruptivo y comprometido. Y creo que un tipo que es llorado con dolor por el mundo entero algo tiene que significar. Y lloro por Dalma, que se moviliza junto a les pibes por aborto legal, y lloro por Gianina que pelea por reivindicar a la Claudia que fue una madraza y un ejemplo de entereza. Y por todos los pibes y pibas que fueron bastardos por años hasta que el Diego se dignó a reconocerlos minutos antes de partir.
Lloro y voy a seguir llorando mientras lo señalo. Porque el Diego es eso, es mi contradicción más grande. Sin dudas no es lo mejor que escribí, es lo que me salió producto del dolor y la permanente contradicción. Y cómo no vamos a estar de luto si nos arrancaron un pedazo enorme de pueblo.
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