La Importancia de las Designaciones: el Arte de Nombrar.
- Batman de Comala
- 29 jun 2020
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 3 may
“Y ya te llamaba
sin palabras que no había”
Manuel Alejandro

Las designaciones son el "nombre", la palabra, los fonemas, las letras, los morfemas o las señas que utilizamos para mencionar y/o referenciar algo o a alguien. Y esto, pese a la cantidad de posibilidades y herramientas que tenemos, puede generarnos problemas en nuestra vida cotidiana. La mayoría los resolvemos casi sin darnos cuenta, por ejemplo: si tenemos un vínculo amoroso con alguien en algún momento sin percibirlo, en vez de decirle “Carla”, “María”, “Francisco” o “Rodrigo” le empezamos a decir “amor”, “gordi”, o cualquier designación que se utilice comúnmente.
El problema de la designación común o convencional, es que el uso colectivo no responde a la necesidad de “individualizar” a la persona. Para que la persona se sienta más importante con nosotros no se deben usar designaciones comunes. Ante esta situación se inventan designaciones. Allí aparecen los apodos más disímiles y extravagantes como “Churrumin”, “Chuchi”, o “Picho” y algunos más sin –ch- como “Titi”, “Pipu” o “Tarambanael”.
La Individualización en la Literatura
Un problema parecido tuvo el Principito cuando individualizó a la rosa desconociendo que no era única. “El principito las miró. ¡Todas se parecían tanto a su flor! —¿Quiénes son ustedes? —les preguntó estupefacto. —Somos las rosas —respondieron éstas. —¡Ah! —exclamó el principito. Y se sintió muy desgraciado. Su flor le había dicho que era la única de su especie en todo el universo. ¡Y ahora tenía ante sus ojos más de cinco mil todas semejantes, en un solo jardín!” El problema de El Principito se resuelve individualizando a su rosa. ¿Cómo?, asignándole otro nombre. En la novela “El nombre de la rosa” de Humberto Eco se problematiza esto desde otro lugar, el nombre de la primer rosa es lo único inmutable, es lo único que nos queda de aquella rosa original. "stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus" (De la rosa primitiva solo nos queda el nombre).
Los Simpsons en el capítulo “Vida prestada” en el que se descubre que el director Skinner había usurpado una identidad y la familia Simpson tiene una conversación magnífica:
Lisa: Admito que el Sargento Skinner parece un buen hombre pero el Señor Barreda dejó las calles y se ganó nuestro respeto y admiración.
Bart: ¡Se robó un nombre!
Lisa: El nombre no importa, la rosa con cualquier nombre olería a rosa.
Bart: No si se llamara apestosa.
Homero: O hedionda…
Marge: Nadie regalaría una hedionda en día de San Valentín, preferiría chocolates.
Homero: No si se llamaran “chocovascas”.
En "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez, se nos presenta un mundo donde aún faltaban designaciones. "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo." García Márquez nos presenta un par de dilemas tal vez sin respuesta: ¿cómo fue y quién fue el que le asigno por primera vez un nombre a las cosas? Para abordar esta pregunta tenemos que pasear por disciplinas como la psicolingüística y la filología.
La psicolingüística se encarga de estudiar cómo se desarrolla el lenguaje en los niños. En un principio, de bebés percibimos el entorno como algo homogéneo donde nada se diferencia de nada y sin embargo el estímulo que recibimos de nuestros padres nos permite distinguir las cosas. Esto significa que somos capaces de reconocer al comedor como una cosa distinta con respecto a la habitación, o que nuestro padre o madre nos señalen un objeto y digan “mesa” y así individualizamos el objeto, le asignamos un nombre y lo percibimos como tal. Lo mismo sucede con todo el resto de los elementos del entorno, incluso “madre”, “padre”, “hermana”.
Volviendo al caso de las mesas, cuando se conoce otras, se logra identificar las cualidades comunes entre ellas y se detecta que una mesa tiene en general cuatro patas y sirve para apoyar cosas. Una mínima aproximación a una comprensión temprana del mundo de las ideas platónico: existen las mesas del mundo real, y el concepto de “mesa” en el mundo de las ideas, esta última es aquella primera imagen en la que pensamos cuando leemos la palabra “mesa”. La disciplina que estudia los nombres de las cosas, y si estos son arbitrarios o se construyeron basándose en las cualidades del objeto o concepto, es la Filología. Gracias a ella sabemos que “democracia” significa poder del pueblo porque proviene de “Demos” (pueblo) y “Kratia” (poder). O “filosofía” amor al saber porque proviene de “Filos” (amor) y “Sofía” (sabiduría) o que “problema” significa algo que tenemos arrojado hacia adelante, como una piedra en nuestro camino, “Pro” (adelante) y “blema” (arrojado); o "teléfono" proviene del griego "tele" (lejos) y "phone" (voz).
A veces los nombres de las cosas son arbitrarios o sea, no se contiene una explicación o definición en la construcción de ese nombre. El problema de la designación confusa es tema central en la gran novela de José Saer, “El Entenado”. Allí un español relata cómo designaban (ficcionalmente) los nativos del Rio de La Plata precolonial: “Def-ghi se les decía a las personas que estaban ausentes o dormidas; a los indiscretos, a los que durante una visita, en lugar de permanecer en casa ajena un tiempo prudente, se demoraban con exceso; def-ghi se le decía también a un pájaro de pico negro y plumaje amarillo y verde que a veces domesticaban y que los hacía reír porque repetía algunas palabras que le enseñaban, como si hubiese hablado; def-ghi llamaban también a ciertos objetos que se ponían en lugar de una persona ausente y que la representaban en las reuniones hasta tal punto que a veces les daban una parte de alimento como si fuesen a comerla en lugar del hombre representado; le decían def-ghi, de igual modo, al reflejo de las cosas en el agua; una cosa que duraba era def-ghi; yo había notado también, poco después de llegar, que las criaturas, cuando jugaban, llamaban def-ghi a la que se separaba del grupo y se ponía a hacer gesticulaciones interpretando a algún personaje. Al hombre que se adelantaba en una expedición y volvía para referir lo que había visto, o al que iba a espiar al enemigo y daba todos los detalles de sus movimientos, o al que a veces, en algunas reuniones, se ponía a perorar en voz alta pero como para sí mismo, se les decía igualmente def-ghi. Llamaban def-ghi a todo eso y a muchas otras cosas.” (Seix Barral, 2012, p. 189-190). Este ejemplo ficcional pero profundo en términos de problematizar aspectos del lenguaje es posible percibir que cada cultura tiene alcances y límites distintos en su lengua y que algunas sociedades podían decir cosas que otras no, utilizando muy pocas palabras o sintetizando en una sola. Esto no las hace mejores o peores pero si explica la construcción de la cosmovisión de las culturas.
La Pesadilla de los Traductores
En el inglés por ejemplo la palabra “privatizar” significa que un dueño de una empresa compró la totalidad de las acciones de esa empresa y se convirtió en único dueño. En cambio en Latinoamérica la privatización implica que algo en el ámbito productivo o servicio que pertenecía al estado pase a estar en manos de un capital privado, un dueño. Nuestra forma de entender la privatización es sin lugar a dudas más polémica, controversial y en el mejor de los casos es entendida como un retroceso en materia de derechos o condiciones de trabajo y de vida. En alemán “Aufhebng” es polisémica (tiene varios significados) y algunos de ellos contradictorios como: "levantar", "abolir", "sublimar", "preservar", "trascender" y “conquistar”; en portugués utilizan “Saudade” (en este blog encontraran un texto específico sobre esta palabra) que no tiene traducción al español y es algo así como “aquello que genera nostalgia”, ya sea un lugar o una persona. En portugués no existe la palabra “extrañar”, tampoco en el francés, que en vez de decir “yo te extraño” hay que decir “tu me manques”, que significa literalmente “vos me faltas”. En España no extrañan, echan de menos…
"Quién no puede hablar, es hablado por otros"
Ninguna lengua tuvo ni tiene el poder de decirlo todo, y esto tiene que ver con un tema que abordaremos en otro texto: ¿Que es el lenguaje? Los límites del lenguaje existen porque el lenguaje es material, no ideal. El lenguaje no es el reflejo ideal de la realidad sino un medio productivo material que designa la realidad pero también la recrea.
Teniendo esto en mente volvamos a nuestra premisa: ¿por qué es importante hablar sobre las designaciones? Nietzsche dice “mientras toda la moral noble crece de decirse -sí- a sí mismo, la moral de los esclavos dice de antemano -no- a todo (…) y este -no- es su obra creadora.” (Genealogía de la Moral, 2010, p.18). Dentro de la lucha de los oprimidos contra sus opresores está la pelea por hacer valer el discurso de los oprimidos y denunciar los problemas e injusticias que sufren es fundamental para visibilizar y unificar a los oprimidos contra los opresores. Parafraseando a Wittgenstein: lo que no puede ser designado no puede ser pensado. Y si los oprimidos no podemos pensarnos como tales no podemos luchar para dejar de serlo.
Por eso es tan importante la pelea por el lenguaje inclusivo. Porque en sí tal vez no resuelva el problema de los derechos del colectivo LGTTBIQ+, pero si aporta en la construcción de la identidad y en la visibilidad de los problemas. El lenguaje inclusivo en las escuelas es muchas veces la justificación para comenzar a hablar sobre todos los problemas del colectivo LGTTBIQ+ y poder generar conciencia en las nuevas generaciones.
No es casualidad que a lo largo de la historia se haya peleado por la apropiación de palabras y conceptos que le pertenecían a los oprimidos para quitarles referencias y herramientas. El estalinismo por ejemplo se autoproclamó “socialista” y “comunista” y tuvo políticas opuestas a las propuestas por el socialismo y un carácter absolutamente lejano a lo que se entiende dentro del marxismo clásico como comunismo (Leer al respecto la gran obra de Roberto Saenz “El marxismo y la transición socialista. Tomo I: Estado, poder y burocracia”). Más grosero es que el país capitalista que está peleando la hegemonía imperialista del mundo hoy, o sea China, sea gobernado por el partido que aún se llama “Partido Comunista”. La apropiación del nombre e identidad y de tergiversación es fundamental para que los opresores sigan oprimiendo y la pelea por la recuperación de esos conceptos es fundamental para que los oprimidos del mundo puedan pelear por recuperar sus palabras, sus conceptos y sus herramientas lingüísticas y discursivas que son un faro en la perspectiva para la organización y la acción por su liberación.
La Designación en Medio del Lenguaje y la Realidad
Como vimos la relación entre el lenguaje y la realidad es compleja. Las palabras y las designaciones que utilizamos para nombrar y describir el mundo que nos rodea influyen en nuestra percepción, comprensión y construcción de la realidad. Por eso es fundamental entender no ingenuamente que el origen de los nombres son construcciones históricas donde las clases dominantes de cada sociedad han intentado imponer su cosmovisión del mundo para recrearlo a imagen y semejanza de sí mismos y de sus intereses. Sin embargo el lenguaje es un medio de producción que parece no tener dueño y es sin duda otro escenario de batallas entre explotados y oprimidos.
Será que el problema de la designación me persigue desde hace años: cuando era muy chico, a eso de los siete, en plena edad de los “por qué” fui a la playa con mi abuelo paterno y sostuvimos el siguiente diálogo: - ¿Y las piedras?, ¿Quién las puso ahí? – pregunté maravillado al ver las escolleras. - Dios, también - repitió una vez más. - ¿Y cómo hizo? – esta vez con un tono más inquisitivo. - Dijo: “¡Qué se hagan las piedras!” - ¿hizo así con las manos? - Sí, así. Esa primera explicación sobre la existencia de las escolleras de Playa Grande. No fue precisamente científica, mi abuelo era muy creyente y seguro estaba cansado de responder cientos de preguntas. Para un creyente Dios no es solo una palabra, es una palabra creadora. Sin embargo, me enseñó algo más importante que el surgimiento de las escolleras: me enseñó que incluso para Dios, la palabra por sí sola no es suficiente..